Agarros a vuestros sombreros, vaqueros, que os enseñamos cómo hacer una fiesta para cowboys que ni Sergio Leone en sus mejores tiempos. Bienvenidos al viejo oeste, tierra de oportunidades y…cumpleaños!
Pues sí, como veis, se trata de un ambiente ideal para los días calurosos, pero que también la podéis adaptar para interior. Como temática, no tiene desperdicio. Todo el diseño está basado en las bandanas, esos pañuelos que los rudos vaqueros y asalta-bancos anudaban al cuello para protegerse del polvo y atracar bancos. Ahá! En esta ocasión, han dispuesto un doble mantel que se extiende todo lo largo de la mesa, con su estampado típico bicolor, blanco y azul y rojo y blanco. Combinados los tres quedan como veis, genial.
La artífice ha sabido llevarlo más allá y aprovechar el bonito colorido y adecentar las botellas de agua, sí, estas tan típicas que se vendían en los salones, como todo el mundo sabe. Un simple nudo alrededor de la botella y ya tenemos agua corriente sin tener que darle a la bomba de la finca. A mí la que más gracia me ha hecho es la que han reservado para el Sheriff, con su todopoderosa insignia dorada. Esta se la podéis reservar al cumpleañero o cumpleañero, le hará especial ilusión.
Es esta ocasión la fiesta inspirada en el oeste la celebraron al aire libre, como a falta de caballos buenos son juguetes, pues idearon un sistema para poder domar y montar un caballo de las llanuras salvajes del cuarto de juego: uno de peluche. Y para poder ensillarlo, una par de balines de paja. Super ambientación. Además, si al terminar la fiesta no supieron qué mas hacer con la paja, a mí se me ocurre que también es válida para una fiesta con temática de granja y animales, que a los críos les chifla más que el chocolate. Aunque desde luego, como mesitas auxiliares aquí ya han dado bastante juego. Encima les han puesto el dispensador de leche (sí, qué pasa, los vaquero ordeñaban vacas, no?) o han colocado más dulces.
Pero sin duda el toque de gracia son las botas de cowboy que encontramos en cada rincón de esta fiesta del oeste. Están como centros de mesa en la mesa de invitados y el efecto no podía ser más campestre. Pero no sólo están ahí, sino que también las encontramos comestibles en forma de galletas en la mesa dulce y en varios tamaños, es decir, de todas las tallas.
Además, los asistentes fueron obsequiados con varios detalles y no se fueron de la celebración con las manos vacías: se dispusieron gorros sobre cada silla. Su asistencia les permitió llevarse su correspondiente parte del botín, en monedas de oro macizo (chocolate) en su interior. La organizadora añadió una gran $ al exterior de cada bolsa de papel reciclado y la imaginación hizo el resto. Y claro, como el exigente clima árido del oeste exigía cactus y vegetación del desierto, también los encontramos bien integrados en la decoración. Alguno que otro debió de pincharse, pero seguro que mereció la pena.
