O por lo menos su alter ego, un niño de 6 años que no debe levantar muchos palmos sobre el suelo pero que seguro que lleva un superhéroe en su interior, como casi todos nosotros (aunque la mayoría no lo sabemos). El caso es que la celebración giró en torno a este personaje de cómic y la ciudad a la que defiende de indeseables. He aquí una muestra de una muy dulce Gotham. Una increíble Fiesta Batman.
El conjunto es bicolor, negro y amarillo, los colores del héroe (por lo menos en su etapa clásica). La tarta es de fondant, con el skyline de Gotham, como no, rodeándola. Y no, para comérsela no hace falta calzarse unas mallas. Uno de los detalles que me ha encantado y que seguramente pasen desapercibidos por la mayoría de la gente es la tipografía que se ha usado para indicar el número de velas que soplaba el homenajeado. Normalmente se suele descuidar cuando se trata de poner cifras, pero veo que la elección en esta ocasión ha sido la acertada. Dejando esto a parte, es una idea genial envolver chocolatinas o cajitas de dulces con fotocopias o impresiones de los cómics originales, en blanco y negro. Le da cierto estilo y un aire de autenticidad. Y hablando de papel, el conjunto no sería igual sin los altos edificios de cartón que lo enmarcan. Al final y al cabo, es un hecho documentado que a Batman le gusta airearse en lo alto de los edificios, como a Spiderman.
Nunca hay suficientes emblemas del superhéroe. El emblema del hombre-murciélago es ese pequeño vampiro con las alas abiertas que tan bien queda por todas partes. ¿No hubiera sido genial que todos los asistentes tuvieran que ir disfrazados de superhéroe a la fiesta Batman? Yo, desde luego, lo habría exigido. A esa edad los niños todavía no tienen reparos y todo lo que sea ponerse un trapo viejo sobre los hombros o pintarse unas rayas en la cara les encanta. No se aprovecha lo suficiente.
En fin, siempre es un alivio saber que los niños todavía quieren hacer el bien, ser superhéroes y no personajes de video juegos violentos.
Vía Facebook Catia Festas
